Afección del apagón al tejido empresarial vasco

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Afección del apagón al tejido empresarial vasco

Afección del apagón al tejido empresarial vasco

Aritz Milikua y Gonzalo Abad

Docente-Investigador en Mondragon Unibertsitatea


22·05·2025

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Resumen publicado en Estrategia Empresarial


Afección del apagón al tejido empresarial vasco

El pasado 28 de abril se produjo en la península ibérica un evento sin precedentes. Un cero energético o coloquialmente denominado “apagón”, del cual todavía se desconocen las causas reales que lo provocaron. Las principales hipótesis incluyen un desequilibrio crítico entre la generación y la demanda eléctrica, que resultó en una pérdida súbita de una gran cantidad de generación de energía, que produjo una fuerte desviación de la frecuencia en el sistema eléctrico español y que acabó por colapsar completamente el sistema eléctrico.

Lo que sí se conocen son los efectos que ha tenido el apagón en el tejido empresarial vasco. Dicho evento fue una prueba inesperada para poder medir la capacidad de respuesta de empresas e instituciones vascas. Aunque su duración fue limitada, el corte sacó a la luz la fuerte dependencia energética de todos los sectores y la necesidad de mejorar su resiliencia.

En la industria, las empresas que disponían de un sistema auxiliar de respaldo energético, pudieron parar sus procesos productivos de manera controlada, evitado daños en sus productos de manufactura o en la propia maquinaria productiva. Ejemplos de estas empresas podrían ser grandes fundiciones con hornos, donde una parada del horno súbita podría dañar la maquinara y el mismo horno de manera irreversible. También líneas de producción fuertemente automatizadas o con centros de mecanizado, donde si se paran de golpe por ejemplo las herramientas de corte, tanto piezas como herramientas pueden verse dañadas. También empresas de hidrocarburos, con procesos de producción muy complejos, que necesitan evacuar y quemar parte de los gases generados durante el proceso interrumpido por el corte de suministro. Por contra, en empresas sin sistemas de respaldo, la interrupción repentina de la electricidad paralizó líneas de producción, generando pérdidas materiales y productos inservibles. De todos modos, en todos los casos, como la mayoría de las empresas no cuentan con sistemas de respaldo prolongados, debieron detener su producción por mucho más tiempo que el apagón mismo, ya que reiniciar los procesos puede requerir días. En todas estas empresas, la parada prolongada de la producción generó las consiguientes pérdidas económicas.

Ahora bien, las empresas grandes que disponen de Centros de Procesamientos de Datos, pudieron mantenerlos operativos debido a los sistemas auxiliares de respaldo asociados, como por ejemplo los Bancos, que pudieron mantener el servicio de Banca mediante Internet.

Por otro lado, los muchísimos trabajos en empresas, instituciones o trabajos realizados desde casa, solo dependientes de ordenadores e internet tuvieron que parar durante el tiempo que duró el apagón, generando un impasse en el trabajo a recuperar en otro momento.

El impacto se extendió a la construcción, donde solo las obras que operan con generadores electrógenos propios y sin enganche a red eléctrica, pudieron continuar debido a su autonomía de la red. En otros casos, la dependencia eléctrica obligó a detener obras, e incluso a rescatar operarios atrapados en maquinaria eléctrica como elevadores.

Transporte, comercio y servicios también vieron alterada su operativa. Trenes detenidos, pagos imposibles y redes de comunicación limitadas recordaron lo frágiles que pueden ser los sistemas cotidianos. Solo quienes conservaban medios analógicos o tecnologías alternativas lograron adaptarse temporalmente, como por ejemplo los taxistas de grandes ciudades con sus radios analógicas que pudieron coordinarse.

En contraste, el sector sanitario destacó por su preparación, con hospitales que activaron generadores autónomos para mantener la atención. Sin embargo, la dependencia del suministro de combustible para dichos generadores y la escasez de gasolineras operativas, también estas dependientes de electricidad para operar, plantearon nuevos interrogantes logísticos para posibles futuros apagones que pudieran durar más tiempo.

Finalmente, el ámbito doméstico y educativo operó con recursos mínimos. Viviendas con paneles fotovoltaicos y baterías tuvieron electricidad durante el apagón, aunque solo por unas horas y fueron las que menos. La mayoría de los ascensores de viviendas pararon súbitamente, siendo de nuevo necesarios leves rescates de personas.

Este evento subraya la necesidad de reflexionar sobre si invertir o no en sistemas auxiliares que refuercen la autonomía energética, revisar protocolos de emergencia y apostar por soluciones sostenibles que garanticen continuidad en futuras crisis.