La automatización y su impacto sobre el empleo

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La automatización y su impacto sobre el empleo

La automatización y su impacto sobre el empleo

Luka Eciolaza

Profesor Investigador de la Escuela Politécnica Superior


24·01·2022

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Artículo de opinión publicado en El Correo y el Diario Vasco


Hacia una estrategia de digitalización eficaz

La búsqueda de la mejora de nuestras condiciones de vida (facilitando las actividades que tenemos que desempeñar) ha sido durante milenios el elemento tractor que nos ha caracterizado como especie.
Actualmente, la economía mundial está inmersa en lo que mucha gente llama la cuarta revolución industrial, donde la innovación tecnológica constante es medular y existe una tendencia a automatizar y digitalizar, a mayor o menor ritmo, una gran variedad de procesos y tareas. 
De hecho, habilitado por la inteligencia artificial (IA), la potencia de computación o las tecnologías de comunicaciones como el 5G, el ritmo del cambio se está acelerando continuamente.
Los conceptos de IA, digitalización y automatización, se notarán en muchos y diversos sectores y poco a poco iremos viendo aplicaciones cada vez más avanzadas, donde, por ejemplo, flotas de máquinas se encargarán del cuidado y recogida de las cosechas, o un cirujano indio o japonés podrá desde su despacho realizar una operación en un hospital del País Vasco de manera remota. 

La robotización y la automatización de los trabajos es un hecho. El uso de robots está teniendo un crecimiento exponencial basado en su coste, su creciente capacidad de realizar tareas cada vez más complejas y la creciente demanda en una sociedad consumista.
La mano de obra barata no va a ser un factor diferenciador en el futuro. Los nuevos procesos productivos generan bienes y servicios en forma mucho más eficiente, con un número de errores muy bajo y una trazabilidad completa del proceso de fabricación. Así, el uso del Internet de las cosas, Big data, IA, robótica, etc., da una flexibilidad enorme a las fábricas inteligentes para mejorar sus productos, acelerar su producción y adecuarlos rápidamente a las necesidades del mercado.

El avance socio-económico que están suponiendo los avances tecnológicos en las áreas de la automatización y de la IA son evidentes. Estas tecnologías intentan reproducir el comportamiento humano, para poder realizar diferentes tareas de una manera eficiente. Pero, aunque lograr ese objetivo supone importantes mejoras y beneficios para la humanidad en todos los niveles y ámbitos sociales, la IA también se percibe con muchas reticencias por una buena parte de la Sociedad. 
Estas reticencias están relacionadas con el potencial de la IA para imitar o superar las capacidades del cerebro humano mediante el uso de los ordenadores. Esas sospechas tienen una gran repercusión social porque, seguramente por no difundir correctamente la información, se cree que los sistemas basados en la IA pueden limitar, cuando no sustituir por medio de programas completamente autónomos, la capacidad de actuar y de tomar decisiones de las personas.
La actual omnipresencia de la IA en nuestra sociedad produce el doble efecto, en el terreno formativo y en el informativo, de consecuencias desconocidas y que por tanto no sabemos si serán positivas o no. 


No son pocos los que advierten de que está ocurriendo una pérdida de puestos de trabajo masiva, con riesgos de precarización y exclusión laboral. Se dice que en apenas unos años, cerca de la mitad de los trabajos realizados por humanos podrán ser realizados por sistemas robotizados. Así, los debates laborales de más actualidad, están alimentando tesis y propuestas políticas públicas cada vez más extendidas como las de Renta Básica. 
Por el contrario, también hay que mencionar los diferentes foros (como en el sector de la agricultura) que preocupados por la falta de mano de obra que se vislumbra en un futuro, ven a la IA y la automatización como herramientas clave que les permitirá seguir realizando su actividad.

En mi opinión, la denominada “singularidad tecnológica” que establece que la IA y la robótica sobrepasarán a los humanos está muy lejos de ser una realidad. 
Con seguridad, el joven que aspira a trabajar en una misma máquina hasta su jubilación, tal y como lo hizo su abuelo, tendrá que seguir formándose durante su vida laboral. Pero la tecnología está muy lejos de poder automatizar trabajos que requieran de creatividad, empatía y comprensión. Un robot “autónomo” está entrenado para realizar una tarea en concreto, y podrá parecer que entiende lo que está haciendo, pero en el momento que el contexto cambie, no va a saber improvisar dado que no tiene consciencia y no puede razonar ni comprender el significado de lo que está ocurriendo realmente.


Lo cierto es que estamos nuevamente en una etapa de cambio estructural de nuestra sociedad, y nuestro trabajo será gestionarlo desde un punto de vista social. Podemos esperar a ver lo que pasa, o podemos intentar promover el cambio de acuerdo a nuestros intereses. Necesitamos una estrategia de digitalización/automatización eficaz, un sistema de regulación gubernamental que podrá ayudar a los ciudadanos y ciudadanas a aprovechar plenamente el cambio y amortiguar sus impactos negativos.